PLAN vs. REALIDAD EN LA VIDA DOCENTE
Marianella Muelle
¿A qué profesor no le ha pasado esto:
planeas la unidad, llenas las planillas de clase detalladamente, sabes qué harás, cuándo, dónde y por cuánto tiempo y al final… te toca cambiar tu programación porque detectaste un déficit en tus alumnos, porque te enfermaste y no pudiste estar en clase, porque los estudiantes no estaban enfocados, porque olvidaste incluir apartes en la unidad o por alguna otra razón válida?
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Es nuestra realidad como docentes experimentar este tipo de cambios, a veces frustrantes, que nos convierten en personas más flexibles, o, por el contrario, en más analizadoras para prevenir percances en nuestro programa. Debido a mi personalidad, me coloco en la zona de más flexibilidad. Trato de decidir cada día que no puedo ser perfecta, lo que sin duda, no es nada fácil.
Las prácticas para mí no fueron las ideales porque no tenía tiempo para dedicarme cien por ciento a ellas. Como menciono en la reflexión que aprecian en la muestra, uno de los asuntos que más me preocupaba era el video por lo que no podía filmar el rostro de ningún niño debido a las políticas tan rígidas del colegio donde trabajo y de Alemania. Esto me quitó tiempo de concentración y de preparación. El hecho de ver en los videos filmados una cara de uno de mis alumnos, me estresaba. Además, no soy una profesional en filmaciones ni tampoco tenía el tiempo ni el dinero para pagarle a alguien que editara la grabación.
Tuve que dedicar tres clases a grabaciones, al final, pensé que no lo iba a lograr. Además, me tocó preparar una clase y hacerla muy diferente a como suelo tenerlas y sé que en Barcelona se llevarán otra percepción de mis clases y de mi forma de enseñar, precisamente pensarán que soy fanática del enfoque que menos uso: profesor de frente, dominando la clase. Primero que todo nunca pongo las mesas en el aula en filas mirando a la pizarra uno detrás del otro, las pongo generalmente de forma que los alumnos estén sentados en grupos de cuatro. Tampoco me la paso frente a los estudiantes, sino que me voy moviendo de un lado al otro y hablo con ellos cara a cara. Normalmente son ellos quienes escriben en la pizarra o conectan sus ordenadores al proyector. En fin, lo que se muestra es un show de lo que no soy como profesora, pero no había otra forma de evidenciar una hora de clase completa en un video.
Si pudiera escoger, hubiera preferido que el supervisor de las prácticas viniera a ver mi clase un día. Sé que son los pormenores de estudiar a distancia y tengo que aceptarlos. Por eso decidí bajar la guardia y hacer la clase más tradicional para llenar los requisitos. Suena a resignación, pero con el poco tiempo y la presión de terminar los otros trabajos de las otras asignaturas y mi propio trabajo en medio de la preparación para los exámenes finales de los otros grupos, no era más lo que podía hacer para obtener una mejor calidad. Sí, me queda una especie de melancolía de esta experiencia, pero, siendo honesta, reconozco mis capacidades y tengo experiencia en la docencia, lo que me alivia un poco.
La otra razón de modificación al programa fue el examen final de la unidad. La fecha se adelantó, a pesar de que teníamos por lo menos dos semanas más de clases y, el examen es fijo, es decir, no tengo el permiso para hacerle cambios que se adecúen a lo que los estudiantes aprenden de verdad en el aula. Cuando miré que había contenidos que yo había programado, que no se pedían para realizar el examen final y viceversa, opté por reenfocarme hacia las destrezas que debían practicar para obtener mejores resultados. Una de ellas era la forma de preguntas que se iban a hacer en el examen. Dediqué también un poco más de tiempo para reforzar las áreas débiles de los alumnos, como la conjugación de los verbos, la estructura de futuro cercano ir a, la redacción de oraciones más completas y detalladas, entre otras.
¿Cómo lo hubiera hecho diferente? Pienso que hubiera trabajado mis prácticas en un centro no reglado y con estudiantes mayores de 18 años para tener menos limitaciones y para ser más imparcial, ya que no conocería a los estudiantes. Sin embargo, por cuestiones de logística, solamente hubiera sido posible hacerlo durante mis vacaciones laborales, las cuales tampoco me hubiera gustado sacrificar. Si aprecian la imagen, ¡necesito unas merecidas vacaciones!
Muestra:
C. Informe de reflexión del desarrollo de las clases
La práctica se programó para 18 horas, de las cuales una no se realizó y otra me tocó dejarlos trabajando solos.
La programación inicial la fui cambiando como muestra la última columna de la derecha que adicioné posteriormente a la tabla.
Los cambios ocurrieron porque se cancelaron unas clases y además porque decidí cancelar la actividad en la cual los estudiantes hacían un video (dos horas de clase) porque pensé que era mejor hacerlo más adelante, ya que se adelantó la fecha del examen de la unidad. El examen no lo creo yo y por eso debo asegurarme que los alumnos estén preparados para él. Debía ejercitar con ellos más vocabulario, frases más complejas y mejor entendimiento de las preguntas
El grupo me demostraba que no estaba listo para la redacción de frases más largas y con más complementos, por eso también tuve que dedicar más tiempo para ello. Decidí suprimir algunos ejercicios de comprensión de lectura y dedicarme más a escritura y comprensión auditiva que eran los fuertes de la evaluación de la unidad.
Una de las cosas más frustrante para mí fue la grabación del video. Tuve que intentarlo tres veces. El primer fallo fue técnico y el segundo porque se filmaron los rostros de los chicos. Si publico sus caras hasta podría perder mi trabajo. No soy una experta en editar videos y bueno, me hubiera tocado buscar a algún profesional en la materia para que me hiciera todo el proceso de borrar los rostros. Pienso que eso me quitaba concentración en lo más importante. Además para mis alumnos era incómodo tener que lidiar con una cámara de video a menudo.
Como expliqué en los planes de clase, cambiar de aulas también fue otro problema. Aparte de haber cambiado desde abril, tenían que moverse a lugares distintos debido a la grabación. Por lo menos tres estaban perdidos y llegaban tarde a las clases.
Con la filmación tampoco podía realizar dinámicas o actividades en las cuales hubiera movimiento y tenías que ubicar los puestos de los alumnos de forma tradicional que creaba una atmósfera de exámenes y de vigilancia.
Uso varias veces la L1 de los alumnos, para dar las instrucciones, para llamar la atención o pedir silencio, para explicar un tema nuevo. Sí, es mucho. Pienso que el próximo año hablaré menos español con ellos. Obviamente muchos están allí porque les toca y no es lo mismo a enseñar en un instituto donde la gente está comprometida con el aprendizaje de español. La edad también influye mucho. Hay un grupo de tres o cuatro chicos bastante inmaduros a quienes hay que supervisar constantemente.
Sin embargo, en general el grupo está motivado con el español. Pude observar el avance y como comenzaban poco a poco a aplicar el tema del tiempo libre a la realidad. Los objetivos se cumplieron porque los alumnos son capaces de comunicarse, interactuar con el tema de la unidad. Pueden hablar de su tiempo libre, de lo que van a hacer, saben invitar a alguien a hacer algo y también aceptar o denegar una invitación (con una excusa) y ampliaron su léxico sobre el tiempo libre, las palabras de frecuencia y el tiempo climático. Días después del examen de la unidad y su valoración se evidencia que los chicos pueden entender a personas describiendo su tiempo libre y pueden invitar oralmente y por escrito a alguien a hacer una actividad de tiempo libre con ellos.
Una de las medidas que tomé fuera del tiempo de las prácticas fue ofrecer apoyo extra personalizado. A una chica muy callada que venía con muy bajos resultados. Le sugerí que tuviera unos minutos de tutoría conmigo una vez a la semana y fue impresionante lo que pudo avanzar. Eso lo hice después de entregar los resultados del examen anterior (primera clase de la práctica). De un 30% logrado subió a un 70%. Entre ambas descubrimos que hacía falta mejorar el vocabulario.
Algo que también pienso sobre la práctica en general es que, aunque las disfrutaba, no tenía tiempo para enfocarme de lleno en ellas (llenar detalladamente las planillas y los diarios de clase cada vez que uno tuviera clase, por ejemplo). Paralelamente teníamos como estudiantes tareas de otra asignatura y la redacción de las muestras del portafolio, sin contar con el trabajo de cada uno. Son tantas cosas que a uno le cuesta profundizar o hacerlo a la perfección.